Escuela La Lipela

Inicialmente se llamó escuela n° 7 de Frontera. Cerró por despoblamiento el 14 de marzo de 1969. Recordemos que en esos años el camino que unía Bariloche y Neuquén iba unos 100 metros mas cercano a la vera del rio Limay.

Por VICKY CHÁVEZ
Diario Rio Negro - 2010

Neuquén > En el transcurrir de la historia neuquina se sucedieron historias de decenas de docentes que desarrollaron su tarea en estas tierras. Lograron traspasar las fronteras de lo pedagógico para adentrarse en el corazón de sus alumnos y de su familia. Así, se hicieron eco de los problemas que los aquejaban.
Santa María González de Bello (Pety) se desempeñó en la Escuela Nº 7 de frontera, asentada en La Lipela, entre Cuyín Manzano, la Confluencia y Villa Llanquin.

Para reconstruir la historia de dicho establecimiento es necesario recurrir a testimonios de Supervisores que recorrieron la zona. Así, por ejemplo, se pudo conocer que una institución vecina, la Escuela Nº 11 de Cuyín Manzano, tuvo varios asentamientos en su dilatada historia y que, en junio de 2011, será su centenario.

Pety nació en Entre Ríos, en la estancia paterna “La Unión”, ubicada en el poblado de San Jaime de la Frontera. Es hermana melliza de Pedro y sus padres son Nicolás González y Catalina Balzer.

Cursó los estudios primarios en escuelas de campo ubicadas a cinco kilómetros de la estancia, distancia que recorrían a caballo o en un carro ruso. Realizó el secundario en la escuela Cristo Redentor, Escuela Normal de las Monjas de Gante, en Paraná. Era pupila al igual que sus hermanas mayores. Santa María se recibió en 1959.

Una vez recibidas de maestras, escribieron al Ministerio de Educación para solicitar trabajo. Su hermana mayor consiguió ingresar a la recién inaugurada escuela de Maquinchao. Por esto, Pety también pidió trabajar por estas zonas sureñas. Estuvo allí hasta mayo de 1960. Luego volvió a Entre Ríos para trabajar en escuelas de esa provincia. En ese interín conoció a Elio Bello, el maestro mayor de obras con quien se casaría en 1961.

De esa unión nacieron dos hijos: Daniel, docente, profesor de historia, y Gustavo, médico. Les dieron cuatro nietos y una bisnieta.
Recién casados, Pety y Elio vivieron en Paraná. Él se dedicó a realizar cursos de vialidad. Cuando Vialidad Nacional lanzó la convocatoria para tomar mano de obra aplicada, Elio fue elegido entre los postulantes y como destino optó por Neuquén. Primero vino solo, para luego traer a Pety con su hijo mayor de, por aquel entonces, cuatro meses y medio.
Se asentaron en Valle Encantado y vivieron en el Hotel de Nancy Cler, en la confluencia de los ríos Limay y Traful. Pety estuvo allí dos años sin trabajar. Posteriormente, la familia se fue a vivir a un dúplex, en el mismo sitio.

Escuela de La Lipela

Así es como, a comienzos de la década del 60’, Pety y su familia se encontraban en La Lipela. “Lipela” significa “cantera de cobre”. Pero el paraje aún no contaba con un establecimiento educativo. Por ello, Pety y Natalio Nader, policía de La Lipela, maduraron la idea de dar educación a los niños de la zona. Iniciaron esta loable tarea en un salón que le daba la institución policial, hecho con cantoneras -troncos de madera con forma bombé- por donde se filtraba el intenso frío de la región. Pety y Nader lo acondicionaron, le pegaron papeles a modo de parches y lo pintaron.
Así comenzó el anhelado sueño: los niños se trasladaban 12 kilómetros para asistir a clases, por caminos de cornisa. Al principio, Pety hacía “dedo”. Luego adquirió un Renault 4 L, con el que llevaba, además de su pequeño hijo, a todos los alumnos que podía. “Nunca llegamos tarde”, afirma, orgullosa, la docente.
Pety recuerda a la familia Boy, con la que trabó amistad, a Elba de Martínez, con quien organizó la escuela, al peón Damas. Se juntaban a escuchar radio proveniente de Chile, debido a la cercanía. Y a la noche escuchaban a Milton Aguilar por LU 5.
Entre las acciones destacadas a manos de Pety, podemos nombrar la fabricación de un mimeógrafo -especie de pequeña imprenta que opera con sténciles– con una lata de dulce de batata. Gracias a este invento, los alumnos pudieron tener sus trabajos. En la zona también había familias enteras que no conocían el dinero, habituadas al trueque. Por esta razón, Pety solicitó a la revista La Obra que le proporcionara réplica de dinero para que sus alumnos, al jugar al almacén, aprendieran el valor del mismo. También pudo enseñarles a los adultos a vender la lana en Bariloche.
Los actos escolares se hacían a la intemperie porque no había SUM; como también se organizó un equipo de fútbol con los niños de la escuela.

Recuerdos de solidaridad social
La labor de Nader es destacable, dado que, junto con Pety, era el único que tenía voluntad y compromiso: cruzaba a los niños por el caudaloso río Limay con su canoa para que pudieran concurrir a la escuela.
Pety también recuerda la figura de don Jaime de Nevares, quien visitaba el paraje y atendía las necesidades de toda la población. Don Jaime atesoraba todos en su prodigiosa memoria y, en la visita siguiente, recordaba lo que cada uno le había solicitado.
El esposo de Pety, Elio, trabajaba con Vialidad Nacional en la zona nivelando el camino. Las camionetas y demás equipamientos solían enterrarse en la nieve. Elio llegó a ser inspector de esa institución.
El hijo menor del matrimonio nació allí, en la cordillera. Como no hubo maestra que la reemplazara, Pety, a los 17 días de haber dado a luz (por cesárea), tuvo que retomar el dictado de clases, con el bebé en el moisés.
A pesar de las dificultades atravesadas por Pety y compañía, nada puede detener el destino. La Escuela Provincial Nº 7 de La Lipela fue clausurada el 14 de marzo de 1969 por despoblación del lugar.
Pety fue reubicada a partir del 19 de marzo del mismo año en la Escuela Primaria Nº 23 de Colonia Valentina Sur y en 1970, en la Escuela 32 de Bouquet Roldán.

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Escuela n° 7 de La Lipela - Source: colección Tallone Creator: Archivos del Sur

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