Historias de vida- FRANCISCA "Panchita" OJEDA de MARTIN 2° parte
Escribe Mechi Palavecino, museóloga, Prof. Historia U. N. Comahue para Archivos del Sur, Subcomisión de la Biblioteca Popular Osvaldo Bayer.
2° parte
La semana pasada comenzamos a interiorizarnos en la vida de Francisca Ojeda, “doña Panchita”, denominada así por todas las personas que la conocimos y amamos.
Panchita fue una persona de pequeñas dimensiones, cuyo rostro irradiaba siempre optimismo, alegría, ganas de vivir y gratitud. Sencilla, sumamente sociable y activa.
En relación a cómo conoció a Norberto Martin, quien fuera su esposo y compañero de vida como ya dijimos, nos narró que fue en la Isla Victoria, donde ella había concurrido a visitar a una de sus hermanas, casada con Pascual Rosales, quien trabajaba en el vivero de la Isla en ese tiempo, y que allí había ido Norberto a vender carne. Norberto había nacido en la Península San Padro pero había sido criado en el paraje El Vinagre, en el Perilago.
En aquellos tiempos, generalmente las mujeres se casaban muy jovencitas, y es por eso que las parientes de Panchita la aconsejaban que se casara para no quedar “para vestir santos”, como se decía antes, ya que los chicos Capraro crecerían y ella habría dejado su juventud en la tarea de cuidarlos y se quedaría soltera y sola. Se casaron finalmente en 1953, como ya vimos en el artículo de la semana pasada y durante un año y medio vivieron en El Machete, pero, luego del nacimiento de Ester en 1954, Norberto consiguió trabajo como mecánico de motores diesel en la Usina que generaba la energía eléctrica del pueblo y se ubicaba al lado de Parques Nacionales, en el actual puerto.
Panchita me comentó que cuando Estercita tendría un año aproximadamente, y vivían en el Cruce, la señora Margarita de Knapp fue a buscarla a su casa para proponerle trabajar unos meses en verano como mucama en la residencia Inalco. Recordemos que a solicitud del presidente J.D.Perón, el Sr. García Merou, propietario de Inalco, había tenido que vender su propiedad a Jorge Antonio (presidente de Mercedes Benz de Argentina, empresa de capitales alemanes) para no ser expropiado. El encargado en ese tiempo era el Sr. Jeffrey Knapp, (que decía ser ingles) quien había solicitado a don Francisco Capraro le recomendase alguien para trabajar allí y él pensó en Panchita, que había cuidado de sus hijos durante tantos años y era de su absoluta confianza. Ella lo conversó con su esposo y decidieron aceptar. En una entrevista que le realicé a fines de 2016 ella me narró esta historia que, según me dijo en esa oportunidad, nunca había comentado demasiado con nadie. El caso es que Panchita tomó como referencia que su hija Ester estaba aprendiendo a caminar en ese tiempo, así que calculamos que sería el año 1955 aproximadamente.
Me dijo que estaban alojándose en la residencia dos matrimonios “gringos”, ella no sabía de que país eran, y que el hombre mayor era mas autoritario y caprichoso, según sus términos “mal arriado”, recuerda que jamás la saludó, ni la miró, ni le contestó cuando ella le hablaba, como si hubiese sido un mueble.
Panchita era mucama y moza allí, también ayudaba en la cocina si era necesario, aunque había una cocinera, la señora de apellido Matias. Panchita recuerda que fue poco tiempo el que estuvo allí, dos meses aproximadamente, ya que los matrimonios se fueron y ella regresó a su casa con su esposo y su hija. Nunca le dio importancia a este hecho hasta que su hijo Héctor Abelardo, Tati para los conocidos, le compró un televisor grande y vio un documental de la segunda guerra mundial, al ver a Aldolfo Hitler sostuvo que fue la persona que ella atendió ese tiempo en Inalco, el señor “mal arriado”.
Yo personalmente la contacté con Abel Basti, el periodista e investigador sobre esta temática que vive en Bariloche, y este testimonio forma parte de uno de sus últimos libros. Todas las personas que trabajaron en ese tiempo allí, ahora han fallecido, lo que dificulta la tarea de cruzar la información.
Siguiendo el derrotero de la vida de Panchita, cuando recién vinieron de El Machete vivieron en el Cruce, en la casa de la señora Valerina de Baladini que después fue de Barbagelata (creo que se refiere a una de las casas mellizas que había antes sobre la avenida, donde ahora está el local “la Araucaria”), en ese tiempo, en el año 1957 nació su segundo hijo, Andrés.
Como Norberto trabajaba en la vieja Usina en la Villa (puerto actual) el señor Zucklin, encargado allí y que vivía en el piso superior de la misma Usina, le ofreció su casa en El Cruce para que se la cuidara y de paso se ahorraba el alquiler, quedaba en frente a lo de Soto, y vivieron también como dos años allí.
Nació en 1958 Héctor Abelardo, su tercer hijo, “Tati”.
Dejaron la casa de don Zuckin y “le alquilaron a don Murer su casa, donde están las antenas esas, que estuvo el cable allí, las pantallas esas de la televisión”, después de vivir allí, estuvieron un tiempo en lo de Palma hasta que les ofrecieron trabajar como encargados en Inaltu Lafken, propiedad del doctor Surra Canard , en la zona de la laguna Selva Triste. El doctor Surra Canard era médico especialista en nefrología, vivían en Capital y él venia unos pocos días (yo no recuerdo haberlo conocido) pero su esposa, “la tía Nina” se quedaba todo el verano aquí, se iba recién en el mes de mayo. Tenían un Ford T negro, que era el único vehículo así que había en la zona. Recuerdo que se le daba manija en la trompa para arrancarlo, y la tía Nina era una señora muy simpática y campechana, simple, fumaba cigarrillos mentolados en una boquilla larga, (yo nunca había visto eso) y tenia una voz muy grave.
Recuerdo en el año 1974 yo estaba estudiando en La Plata y con Tato, mi hermano que en ese tiempo estaba trabajando en Capital Federal, fuimos a visitarla a su departamento en el centro. Recuerdo que ella se puso muy contenta de vernos.
Panchita dice que allí sí que le tocó trabajar y mucho, ya que tenía que hacer todas las cosas en el chalet, tener limpia la casa, cuando ellos llegaban tenia todo listo, las compras hechas, la comida preparada, la casa calentita…ella era quien lavaba, planchaba, hacia el fuego, tenia la leña, y además de eso, hacía las cosas en su propia casa, donde atendía a sus tres hijos y a su marido. Hacia la huerta y los jardines, tenia el pasto cortado, a la tardecita regaba. Yo recuerdo a Panchita en esa casa, en mi infancia, era una casa de madera, de dos pisos y ellos vivían arriba, abajo era garaje y leñera. Panchita siempre hacia el pan, que era tan rico!!! con manteca y dulce también casero. Su huerta tenia muchas verduras y frutales. Panchita trabajaba de sol a sol.
Trabajaron como cuidadores en este chalet unos 25 años aproximadamente. En 1983 comenzaron a vivir en su casa propia en el barrio Calafate, donde pasaron sus últimos años de vida.
Una gran tragedia enlutó su familia. El 15 de abril de 1989 un accidente en el lago, una embarcación que regresaba de una marcación en el paraje El Vinagre, donde vivía la familia de Norberto y actualmente vive Tati, desapareció en el lago con sus cuatro tripulantes, todos vecinos del pueblo. Andrés Martin, en ese momento vicepresidente del Consejo Deliberante local, Ramiro Vidal, (a quien recuerdo mucho porque fuimos compañeros en la escuela primaria) tesorero de la sucursal local del Banco Provincia, Peti Navarro, cuidador de una propiedad en el Country Cumelén ( padre de Valeria) y Osvaldo Vera, también compañero mío de la escuela. El único cadaver que apareció en esos días fue el de Pety Navarro, en una playa de la Isla Victoria, del resto de los tripulantes y de la lancha misma jamás se supo nada.
A los dos años de este lamentable suceso falleció también Norberto Martin, quedando Panchita sola con sus hijos y sus nietos. En su casa, esta mujer luchadora tuvo su huerta propia y su jardín, que cuidaba con gran esmero como hizo con todas las cosas.
Me contó Panchita también, en esas largas charlas que compartimos, que cuando se creó el Club Angostura, en la década del 60 quizás, ella colaboraba lavando las camisetas de los jugadores.
Recordamos a los viejos vecinos de antes en la Villa, que éramos pocos porque se estaba desarrollando El Cruce y era allí donde se podía instalar la gente, ya que Parques Nacionales había previsto la zona del puerto actual como área residencial, las tierras ya tenia dueño y los terrenos eran muy grandes. Vivíamos allí solamente las familias de los funcionarios públicos que desempeñaban sus tareas y tenían la vivienda en ellos, como el caso de mi familia, ya que mi padre era el Jefe de Correos, el caso del Guardaparque, (que en ese tiempo era uno solo), recordamos a don Marcos Fernández, su esposa Gaudencia, sus hijos, Boyita, Hugo, Carlos y el menor Marquitos. Don Marcos fue también Juez de Paz, pero no logramos recordar si primero fue juez o primero guardaparque, el caso es que estuvieron varios años viviendo en el lugar, luego se fueron a Bariloche, donde están actualmente algunos de sus hijos y sus familias.
También Antonio Munar, que trabajó en la Usina luego que fracasara el proyecto nuclear de la Isla Huemul, donde él había venido a trabajar, con su familia , y su esposa Norma García había conseguido trabajo como maestra, primero en Bariloche y luego en nuestra escuela 104. Antonio fue también Juez de Paz.
En verano venían a pasar la temporada, además del matrimonio Surra Canard, el doctor Copello, que era dentista y vivía en La Quimera, propiedad actual de Pedemonti. En frente de La Flecha está la propiedad de la familia Arbolave, quienes pasaban aquí también la temporada de verano. Estaba también Sexto Eggidi alquilando el Hotel Angostura, pero todos creíamos que era el dueño, con su esposa Lucia Venturini y sus dos dos hijos, Kika y Kiko. En el Messidor estaba cuidando la familia de don Roberto Marimón, su esposa Lina, y sus hijos Graciela y Roberto.
Un tiempo, en la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, vivió una señora española, doña Dolores Nuñez viuda de Paz, nunca supe por que vivía allí esa señora, y Panchita tampoco, y lo recordamos con curiosidad. Tenia un hijo, Santiago Paz, pintor y concertista de guitarra. Santiago se casó en Buenos Aires con Lucrecia, que era Asistente Social y vivieron en la casa que está antes de llegar a la Iglesia, y luego en una casita dentro de Selvana, que era una propiedad cuyos cuidadores eran Rodolfo Garcia, su esposa Olivia Almonacid y su hija Cristina.
En la Villa vivía también la familia de Enrique Barbagelata, su esposa y su hijo Héctor, la familia Misurack, que cuidaban la propiedad de Gándara, la familia Hensel, en La Granja y en la zona de la Selva Triste don Jorge Barbagelata y su familia y luego en la UBA la familia Palma.
Al cierre de la entrevista realizada por mi colega Marcela Varangot, Panchita manifestó estar agradecida con la vida, a pesar de haber vivido en forma muy humilde, nunca le faltó un plato de comida ni ropa para vestirse. Que de todos los trabajos que desempeñó, el que más disfrutó fue el haber sido niñera de los hijos de don Pancho Capraro, por eso dice haber sido bendecida, porque también tuvo su familia propia, crio sus hijos, algunos de sus nietos y ahora también bisnietos!!!
En mayo del 2017 la Municipalidad de Villa La Angostura otorgó la Mutisia de Plata a doña Panchita, en reconocimiento al trabajo social que desarrolló a lo largo de su vida en este pueblo.
El 20 de setiembre de 2019 dejó de existir físicamente, a los 95 años de edad, pero siempre estará viva en la memoria de todos los que la conocimos.
-Entrevistas, charlas y recuerdos personales de Mechi Palavecino en distintas oportunidades
-Entrevista de Marcela Varangot 30-09-1999
- Natalia Belenguer, libro “El paraíso tembló”, Ed. La Grieta, 2020
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